El viaje de Chihiro

"Chihiro es una niña caprichosa y testaruda de diez años que cree que el universo entero debe someterse a sus deseos. Cuando sus padres – Akio y Yugo – le dicen que tienen que cambiar de casa se pone furiosa y no hace nada para ocultar sus sentimientos". Así es como empieza la película de animación de Hayao Miyazaki, El viaje de chihiro (2001), un precioso cuento en el que una niña, Chihiro, se enfrentará no solo a una malvada hechicera, y a mil y una aventuras, sino que tendrá que hacer frente a su propios miedos y deseos. Una película para niños grandes y pequeños, donde el único requisito es sentarse y disfrutar, la imaginación volará de la mano de Chihiro y el extraño mundo en el que nos sumergirá a través de ese viaje de 2 horas de duración.

Yo la fui a ver un Domingo por la mañana con una amiga, en sesión matinal (más económica y más tranquila, a priori) al cine, no recuerdo exactamente a que hora me había acostado, pero no recuerdo precisamente que fueran las 12, ni la 1 cuando lo hice... Pero me apetecía ver esa película del creador de Porco Rosso, el caso es que la sala casi se llenó de "esos locos bajitos" que diría Serrat, era divertido haber estado unas horas antes de fiesta y ahora encontrarme en otro tipo de fiesta, pero fiesta al fin y al cabo. Al principio ruidos, padres divorciados acompañando a su hijo al cine y madres divorciadas haciendo lo propio, en fin, lo típico de un Domingo por la mañana. Se encendió la luz de la pantalla, la sala casi se quedo silenciada y empezó el espectáculo, una fantasía preciosa donde la sonrisa no me abandonó durante todo el tiempo que duró la filmación, incluso cuando una niña que no tenía muy lejos le preguntaba a su papa que es lo que estaba pasando, jeje, bueno, eso me hizo sonreir todavía más si cabe. Al final, pues una sonrisa que todavía hoy, unos 4 años después todavía perdura.

Por cierto, han estrenado otra película del mismo autor, El castillo ambulante, película que espero ver en breve en el cine y que, de hacerlo, prometo contar aqui.

Un retrato del padre de la criatura, Hayao Miyazaki