Buscando un título 25

Tenía un dolor terriblemente grande, un inmenso dolor de barriga como nunca antes había sentido, intuía que el hecho de que llevara varios días sin ir a visitar al señor Roca podía tener algo que ver, por lo que al llegar al cuarto de baño de su casa en una primera instancia le sumió en un estado casi catatónico.

En un principio, sentado sobre la taza de ese blanco sanitario buscó la tranquilidad, como sabiéndose libre de un momento a otro, pero al no salir nada de entre sus nalgas comenzó a preocuparse, siendo la presión que ejercía sobre su ano análoga a la de su preocupación, probaba de varias maneras y posturas, agarrado fuertemente a la taza del water, a sus apretadas cachas, incluso dando pequeños saltitos, pero no había manera, de su recto no salía nada, ni el más mínimo indicio de mierda, lo cual le empezaba a molestar en sobremanera.

Y tomó una decisión, LA decisión, era ya una guerra entre el zurullo o él, una guerra a vida o muerte. Crujió sus dedos como el que sabe que va a una pelea, se agarró con todas sus fuerzas a la blanca taza y empezó a apretar abriendo cuanto podía su orificio anal, y bien que apretaba, tanto apretaba que el color de su cara empezó a cambiar de color, en un primer instante tomando un tono rojizo, posteriormente morado, y mientras seguía apretando su cara se tornaba azul y en un acto final blanca como el sanitario en el que estaba sentado, de repente un silencio, un quejido “ggghhh”, un enorme y ruidoso peo y la más enorme, viscosa y marrón mierda que jamás háyase visto. Él cayó al suelo, derrotado, acabado, literalmente muerto, tal fue el esfuerzo que realizó, tantas fueron las reservas de oxígeno que consumió para lograr su cometido que su cerebro no lo pudo soportar.

Tiempo después todavía se seguía hablando de ello, algunos decían que había sido por la peste de ese enorme y terrorífico peo, otros decían que había muerto desangrado por el surco que le había ocasionado en su culo y muy pocos eran los que aseguraban que había sido por esa fatal carencia de oxígeno en su cerebro, pero en lo que todos coincidían era en que desde que conocieron la horrible noticia, ir al cuarto de baño se había convertido en una auténtica pesadilla.