... continuación
Vamos con la continuación del post iniciado ayer, y es que dicen que lo prometido es deuda, ¿no? Por cierto, no le he puesto título así que en vosotros está el ponérselo, a ver que da de sí esta historia y vuestra sucia imaginación...
Mi corazón latía cada vez con más fuerza ante la situación en la que me encontraba, yo sin apenas ropa, con mi polla caliente y dura en la boca de María, una boca que si bien distaba mucho de ser una boca perfecta era capaz de dar un placer tal que me hacía estremecer, teniéndome que agarrar a la cabecera de la cama para soportar esa cantidad de placer que me estaba proporcionando. Me libré de mis ataduras y la agarré del pelo, ella levantó la mirada encendiéndome más si cabe, quería follarla y así se lo hice saber, María que también estaba muy excitada comenzó a quitarse su ropa, al tiempo que yo hacía lo mismo con la que me quedaba, ahí estaba María, desnuda, con sus pezones duros dispuesta sentarse encima mío, a cabalgar mi polla, primero despacito, poco a poco con más intensidad y fuerza, ahí fue cuando empezó a gemir y aunque inicialmente no le presté mayor atención a esto, a medida que sus gritos eran más y más fuertes empecé a recordar que su cuñado estaba en la habitación de al lado y me quedé un tanto parado.
- ¿Qué te pasa? – me preguntó María.
- No sé, me da cosa por tu cuñado. – respondí algo titubeante.
- No te preocupes, recuerda que es sordo… - respondió antes de morderme suavemente el cuello.
Era verdad, su cuñado no podía escucharnos y eso hacía que la situación se volviera tal vez más morbosa, ahora ya no me preocupaba que María gimiera, ahora quería que lo hiciera y me empleé en ello.
- Túmbate. – le dije.
Ella me hizo caso y se tumbó, comencé a besarla por todo el cuerpo, por su cuello, su cintura, sus no muy grandes pero bastante firmes pechos, hasta que finalmente llegue a su clítoris, comencé a jugar con él utilizando para ello mis labios primero y mi lengua después, ahora era ella la que se retorcía de placer, la que se agarraba a las sábanas y la que tenía el coño húmedo. Tras solicitarme varias veces que se la metiera, accedí a hacerlo, yo estaba de rodillas en la cama, frente a ella que se incorporó lo suficiente para poder agarrarme del cuello, la cogí por sus nalgas levantándola a mi altura, en ese momento volvimos a ser uno, yo apretado contra su cuerpo y ella moviendo sus caderas mientras daba cuenta de su placer agarrándome fuertemente la espalda con sus dedos, esa fue la primera vez que se corrió.
En ese punto ambos estábamos muy cachondos, así me lo hacía saber gimiéndome al oído y diciéndome lo caliente que estaba, se puso a cuatro patas y empecé a acariciarle todo el cuerpo con mis manos que eran enormes en comparación con ese blanquecino cuerpo, la agarraba del pelo y la empujaba hacía mi, parecía que le estaba gustando tanto como a mi. Yo me sonreía pensando en que su cuñado se encontraba en la habitación de al lado y no podía escuchar nada de lo que estábamos haciendo en ese momento, pese a que lo pudiera intuir, aunque yo creo que estaba tan inmerso en su mundo de Cofradías que ni se lo plantearía, en cualquier caso eso era lo que menos me preocupaba en esos instantes, lo que más me preocupaba era dar placer a quien tenía entre manos, nunca mejor dicho. Me encontraba tumbado y ella se puso encima mío, lo que me hacía escuchar todavía más si cabe sus jadeos y sentir más su cuerpo húmedo y caliente moviéndose contra el mío, fue ahí cuando me avisó de que se iba a correr, la agarré fuerte de su culo mientras ella se erguía para notar más mi polla, se corrió notando yo como su coño palpitaba lo que hizo que no tardara yo en correrme en un clímax final que todavía hoy me hace estremecerme.
Tras un rato hablando en la cama, nos levantamos y fuimos al comedor donde ahí seguía entusiasmado Pedro, tanto como si hubiera acabado de echar un polvo maravilloso, uno tan maravilloso como los que echamos aquellos días María y yo.
Tiempo después de aquellos días, ninguno de los dos volvimos a hablar de eso y poco a poco se fue perdiendo el contacto, hasta que un día, entre los correos electrónicos en cadena que solía seguir enviándome, me envió uno diciéndome que se había quedado embarazada… pero no de mí, sino de un buen chico con el que se iba a casar. Sinceramente me dio mucha alegría, aunque lamentablemente nunca más se volvería a repetir aquel polvo, por lo menos, conmigo no.
Mi corazón latía cada vez con más fuerza ante la situación en la que me encontraba, yo sin apenas ropa, con mi polla caliente y dura en la boca de María, una boca que si bien distaba mucho de ser una boca perfecta era capaz de dar un placer tal que me hacía estremecer, teniéndome que agarrar a la cabecera de la cama para soportar esa cantidad de placer que me estaba proporcionando. Me libré de mis ataduras y la agarré del pelo, ella levantó la mirada encendiéndome más si cabe, quería follarla y así se lo hice saber, María que también estaba muy excitada comenzó a quitarse su ropa, al tiempo que yo hacía lo mismo con la que me quedaba, ahí estaba María, desnuda, con sus pezones duros dispuesta sentarse encima mío, a cabalgar mi polla, primero despacito, poco a poco con más intensidad y fuerza, ahí fue cuando empezó a gemir y aunque inicialmente no le presté mayor atención a esto, a medida que sus gritos eran más y más fuertes empecé a recordar que su cuñado estaba en la habitación de al lado y me quedé un tanto parado.
- ¿Qué te pasa? – me preguntó María.
- No sé, me da cosa por tu cuñado. – respondí algo titubeante.
- No te preocupes, recuerda que es sordo… - respondió antes de morderme suavemente el cuello.
Era verdad, su cuñado no podía escucharnos y eso hacía que la situación se volviera tal vez más morbosa, ahora ya no me preocupaba que María gimiera, ahora quería que lo hiciera y me empleé en ello.
- Túmbate. – le dije.
Ella me hizo caso y se tumbó, comencé a besarla por todo el cuerpo, por su cuello, su cintura, sus no muy grandes pero bastante firmes pechos, hasta que finalmente llegue a su clítoris, comencé a jugar con él utilizando para ello mis labios primero y mi lengua después, ahora era ella la que se retorcía de placer, la que se agarraba a las sábanas y la que tenía el coño húmedo. Tras solicitarme varias veces que se la metiera, accedí a hacerlo, yo estaba de rodillas en la cama, frente a ella que se incorporó lo suficiente para poder agarrarme del cuello, la cogí por sus nalgas levantándola a mi altura, en ese momento volvimos a ser uno, yo apretado contra su cuerpo y ella moviendo sus caderas mientras daba cuenta de su placer agarrándome fuertemente la espalda con sus dedos, esa fue la primera vez que se corrió.
En ese punto ambos estábamos muy cachondos, así me lo hacía saber gimiéndome al oído y diciéndome lo caliente que estaba, se puso a cuatro patas y empecé a acariciarle todo el cuerpo con mis manos que eran enormes en comparación con ese blanquecino cuerpo, la agarraba del pelo y la empujaba hacía mi, parecía que le estaba gustando tanto como a mi. Yo me sonreía pensando en que su cuñado se encontraba en la habitación de al lado y no podía escuchar nada de lo que estábamos haciendo en ese momento, pese a que lo pudiera intuir, aunque yo creo que estaba tan inmerso en su mundo de Cofradías que ni se lo plantearía, en cualquier caso eso era lo que menos me preocupaba en esos instantes, lo que más me preocupaba era dar placer a quien tenía entre manos, nunca mejor dicho. Me encontraba tumbado y ella se puso encima mío, lo que me hacía escuchar todavía más si cabe sus jadeos y sentir más su cuerpo húmedo y caliente moviéndose contra el mío, fue ahí cuando me avisó de que se iba a correr, la agarré fuerte de su culo mientras ella se erguía para notar más mi polla, se corrió notando yo como su coño palpitaba lo que hizo que no tardara yo en correrme en un clímax final que todavía hoy me hace estremecerme.
Tras un rato hablando en la cama, nos levantamos y fuimos al comedor donde ahí seguía entusiasmado Pedro, tanto como si hubiera acabado de echar un polvo maravilloso, uno tan maravilloso como los que echamos aquellos días María y yo.
Tiempo después de aquellos días, ninguno de los dos volvimos a hablar de eso y poco a poco se fue perdiendo el contacto, hasta que un día, entre los correos electrónicos en cadena que solía seguir enviándome, me envió uno diciéndome que se había quedado embarazada… pero no de mí, sino de un buen chico con el que se iba a casar. Sinceramente me dio mucha alegría, aunque lamentablemente nunca más se volvería a repetir aquel polvo, por lo menos, conmigo no.
11 Dejaron su granito de arena...
"LO QUE DURA.. DURA" jajaha
No.. en serio..
"Lo que esconde María"
Ayy lo que nos afecta que no haga el frio que debería... :-P.
Besikos
tal vez..como haces referencia a la semana santa, como dicen los costaleros, se podria titular: "Al cielo con ella"
puf no podia esperar a leer la continuacion de ayer, ardiente el correo,Hotmail,jaja chorrada mia, y alla en España le dicen polla a ya sabes que en Peru dicen mucho la palabra pollada, pero como para una reunion de ... jaja pollos? salu2 a to2
Arde Maria esfumate!!
Toc tocc... interrumpo algo? Vuelvo en otro momento?
Interesante post :P
Tio me he puesto tonta, menudo relato.
Define "tonta".
Después de leer el post... Me asaltan algunas dudas... Q pasó con el cuñado?? Puede q si q les oyera y se hiciera una buena paja, de ahí su cara???
Por cierto, muy bueno el post... Puffff! me has dejado con muchas ganas de ver a El vecino, jajajajaja
Besotes
P.D.: No ando muy inspirada para titular el relato... Sorry!
No sabría que título ponerle sólo sé que está intenso...y muy bueno
Una historia fantástica.
Mentiría si te dijese que no me has puesto como una moto. En fin.Primera visita a tu página y grata sorpresa...me has recordado una historia aún reciente en el tiempo y en mi mente...
Besos!
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