Buscando un título 4

Vamos a seguir con los juegos de "Buscando un título", en esta ocasión he realizado la historia antes por el Word, no vaya a ser que se me joda esto, jejeje. En fin, vamos allá, yo ya he cumplido con mi parte, ahora te toca a ti ponerle un título a este relato corto.

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Tenía ganas de pelea, esa mañana me había levantado como un hijo puta en el día de la madre y ese cabrón tenía todos los números para recibir mi ira.

- Pero que te pasa, ¡cabrón!

- ¡Que te pasa a ti!

- Me pasa que te voy a partir la cara, ¡hijo de la gran puta!

En ese momento apareció ella, una hermosa mujer de oscuro y rizado cabello, de largas y elegantes piernas, unos ojos que mostraban seguridad y misterio, y en sus labios dibujada una sonrisa al ver la situación que se presentaba ante ella…

Eso fue lo último que recuerdo, sus labios, después recibí un golpe tras el cual no recuerdo nada, tan sólo esta cama en el hospital, las flores junto a mi cama, ojos de desasosiego de gente que me miraba, como si vieran al mismísimo diablo tumbado en esa maldita cama del hospital. En esos momentos ninguna de las caras que me miraban me resultaban conocidas, había perdido transitoriamente la memoria aunque poco a poco, según se iban acercando personas lo iba recordando.

- Hola, Juanjo, ¿qué tal estás?

- Bi… Bien, ¿quién eres?

- Soy Luis, tu primo Luis, siempre hemos estado juntos, hemos sido como hermanos, ¿no me recuerdas?

- Sí.

Mentía, en un principio mentí, tardé un buen rato en recordar quien era y quien era esa gente, lo que no se me había olvidado era esa cara, la cara de la chica del pelo oscuro y pregunté por ella.

- Esa chica que describes… creo que es la que avisó a la ambulancia. – dijo mi primo Luis.

- ¿Y qué más sabes de ella? – pregunté.

- Pues que si no llega a ser por ella ahora estarías muerto.

- ¡Vaya!

- Esta aquí, espera fuera, en la sala de espera…

- Hazla pasar, por favor.

Y así fue, la hicieron pasar, ahí estaba ella, elegante, con ese pelo largo y rizado, con esa sonrisa que todavía la acompañaba…

- Hola – dije intentando incorporarme sin éxito para darle un par de besos.

- No lo intentés, no puedes levantarte.

- ¿Porqué? – pregunté.

- ¿No te lo han dicho todavía?

- No, ¿qué?

- La noche antes a verte soñé contigo, contigo y con lo que te iba a pasar…

- Tus ojos, tus preciosos ojos ya son lo suficientemente misteriosos como para que nos andemos con más misterios, ¿qué soñaste?

- Bien, creo que debes saberlo, soñé que en esa pelea perderías la movilidad de todo tu cuerpo, que quedarías parapléjico…

- Pero… no puede ser eso cierto, no dices la verdad…

- Ya lo has podido comprobar por ti mismo, no puedes moverte, pero sabes…

- Di… dime…

- El sueño continuaba…

- No sé si quiero saberlo… Pero dime, dime que más soñaste…

- También soñé... que me casaría contigo.