Buscando un título 11

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Hace poco me enteré que aunque se celebra la Nochebuena el 24 de diciembre porque es cuando se supone que nació Jesucristo, en realidad esto no es del todo cierto, sino que más bien es algo que la Iglesia estableció así para ensombrecer una fiesta pagana que se celebraba en la misma fecha, algo que, desde luego consiguió con el paso de los siglos.

Lo que no adiviné a saber es porque ese nombre, porque Nochebuena, supongo que sería por eso mismo, por el supuesto nacimiento del niño Jesús, pero vaya esa noche no siempre es tan buena. De hecho mis Nochebuenas son horribles, espantosas, casi una noche demoníaca. En ellas siempre están presentes mi abuela, una abuela que tan sólo veo una vez al año, una noche al año, la peor noche del año…

Ese vejestorio de 78 años es un ser amargado, terriblemente amargado, que seguramente busca una excusa para introducirse en lo más hondo del infierno una vez su presencia física ya no esté entre nosotros. Recuerdo ahora el año pasado, le llevé un regalo, un regalo que había costado una buena parte de mi extra de Navidad, se lo hice pensando en tratar de ablandar un poquito su oscuro corazón, le regalé un cuadro que dibujé yo mismo con mis manos el cual iba con un marco de la mejor madera que me pudieron dar, con unos detalles en oro blanco y diamantes, el resultado del mismo “que cosa más fea, anda, déjalo en esa esquina que ya veré lo que hago con eso que me parece que ni para leña sirve”, y no, no la maté, aunque ganas os aseguro que no me faltaron.

Yo tengo un problema, y es que tengo ciertos problemas a la hora de la comida, no me gusta todo, y no por exquisito, en realidad mi problema es sobre todo con los sabores especiados y con las salsas, pues bien, esta ¿Nochebuena? acudimos mis padres y yo mismo a la casa de esta mala bruja recibiéndonos esta con un “vaya horitas son estas, el mensaje del Rey está apunto de empezar”, tras escuchar el mensaje de S.S.M.M. el Rey, eso sí, en un sepulcral silencio, por lo que pudiera pasar con la abuela, empezó a servirnos la cena, bueno, mejor dicho, nos indicó donde podíamos ir para poner la mesa “y todo lo demás”. Una vez ya en mesa, sentados y al ver que no comía de todo me soltó…

- “Niño, ¿¡no comes o que te pasa!?”

Curiosamente este “niño” tiene ya 31 años y no pocos y rizados pelos en los huevos.

- “Ahora voy abuela, es que no me gusta el chorizo, gracias”, respondí tratando de ser lo más educado posible.
- ¡Uy! Tus padres te tienen muy consentido, si te hubieras criado aquí conmigo verías tú, no irías firme ni nada. – respondió ella airadamente mirando por partes iguales a mis padres y a mi.

La abuela se pasó el resto de la noche sin quitarme ojo, la mala bruja y venga decirme que tenía que comer de esto y de lo otro y que ella comía de todo “menos pescado y marisco”, mmm, “con lo rico que esta el marisco”, pensé yo…

Llegó el final de la cena y por ende prácticamente el final de la noche, así que cuando me disponía a salir por la puerta se me acercó y me dio el regalo de este año, que sorpresa al ver que me daba un sobre plagado de billetes de 100€, en total 500€, ya sólo por eso merecía haber pasado esa espantosa noche acompañado de ella.

Lo cierto es que tenía cierto capricho con una cámara de fotos que curiosamente costaba unos 450€, así que al día siguiente me acerqué a la tienda donde había visto que la vendían, la cogí, con una sonrisa de oreja a oreja me acerqué al dependiente, se la entregué y le dije que me la envolviera para regalo, al fin y al cabo, a uno le gusta hacerse regalos, cuando la cámara ya estaba bien envuelta saqué mi cartera para pagar, encima de la mesa le dejé los 500€, en efectivo, el caso es que el vendedor pasó los billetes por una de esas máquinas de lámpara violeta y uno tras uno los iba apartando…

- Me temo, señor, que estos billetes son falsos. – me dijo el dependiente.
- ¿Cómo? ¡No puede ser, si me los dio mi abuela! – exclamé con voz de estar sorprendido.
- Lo siento, señor…

Y pagué con mi ya bastante desgastada tarjeta de crédito, maldita bruja…