Buscando un título 10

Comprobó el número una vez más, no, no cabía la menor duda, ese enclenque niño ataviado con ese minúsculo traje negro había cantado el 20482, el primer premio de la lotería de Navidad, la nada despreciable cifra de 300.000 euros. Tuvo ganas de gritar, de sonreír, de reír descaradamente, de darle una colleja a ese compañero pesado que cada mañana la desnudaba con la mirada y le decía alguna grosería, pero ella no hizo nada de esto, apenas esbozó una simple sonrisa y se quedó en su mesa observando las caras de resignación de sus compañeros.

- ¿Te ha tocado algo? - le preguntó uno de sus inmediatos superiores.
- Sí, al parecer tengo un 2… - respondió ella sin apenas inmutarse.
- Bueno, algo es algo, la devolución ya la tienes.
- Sí… - respondió mirando a continuación hacía su mesa.

Esa sensación que ella sentía era única, podría haber hecho como con toda seguridad hubiera hecho cualquiera de sus compañeros, estos, nada más escuchar su número hubieran comenzado a saltar y a gritar, a abrazarse con compañeros con los que apenas unos minutos antes ni se hablaban. Pero no, ella no iba a hacer eso, ella prefería tener esa sensación, una sensación que irónicamente no se podía pagar con dinero, por mucho que este fuera el causante de ella.

Mientras en la oficina ya se escuchaban las típicas frases de lo importante que era tener salud y del dinero que se iban a gastar en la lotería del Niño ella empezaba a dar rienda suelta a su imaginación, pensando como iba a decirle a su jefe que no le interesaba seguir en la empresa, pensando en como invertir el dinero, en ese crucero que hace tiempo soñaba con poder darse y que ahora podría hacerse realidad, cuando de repente un estruendoso ruido hizo que todo se alborotara, tornándose en un principio todo blanco y alternándose posteriormente con una visión totalmente oscura, ¿qué estaba sucediendo? Unas palabras le sacaron de su duda, “cariño, ¿puedes apagar el despertador ya?”.